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25 de febrero de 2011

Los limites del PJ y la obsesión de Puerta

(yamisione.com) Las elecciones del 26 de junio no son el fin del mundo, ni de la Historia, como se
plantean algunos dirigentes misioneros. Son un paso  -importante, obvio-  dentro de
un proceso político que, con altibajos, llegará a la elección presidencial de
octubre, cuando quedará definido el verdadero mapa del poder político argentino.
 
Es por ello que los comportamientos de junio tendrán su necesario correlato en
octubre, porque no son eventos desprendidos entre sí. Uno está estrechamente
vinculado, y en algunos casos, condiciona al otro.
 
En el caso del PJ estructural, que formalmente preside Luis Viana, su actuación
electoral está sujeta a las indicaciones que reciba, como partido de distrito, de la
conducción nacional, ejercida hoy por Daniel Scioli luego de la muerte de Néstor
Kirchner, y que reconoce el liderazgo de Cristina Fernández en el proyecto político.
Obviamente, al ser un partido institucionalmente vinculado al kirchnerismo, su
encuadre de alianzas debe centrarse en el proyecto K o sus aliados locales. Es
impensable que el PJ institucional busque una alianza con el Peronismo Federal o con
la UCR, claramente enfrentados en el orden nacional al kirchnerismo. Y la
comprobación de la hipótesis es clara: a Cristina no le importaría que Closs (aún
siendo un firme aliado) pierda la elección misionera, siempre que el ganador sea un
representante del modelo K en el distrito. Jamás, por una elemental cuestión de
supervivencia del modelo, permitiría a la estructura del Partido Justicialista
concertar un frente electoral con un adversario, y menos cediéndole el primer lugar
de la fórmula. Por ello, el margen en el que deben moverse Viana, y el probable
candidato a Gobernador, Adolfo Velázquez, está claramente delimitado. Para decirlo
en términos de tablón, a ambos les “marcaron la cancha”.
 
Enfrente, la obsesión de Ramón Puerta por alcanzar la senaduría lo está llevando no
sólo a seducir a la UCR (tarea fácil, porque sus dirigentes aspiran a esa
seducción), sino a evaluar seriamente la muy probable eutanasia de la candidatura de
Pablo Tschirsch a la Gobernación. En rigor, más de un analista considera ya
inexistente esa nominación. Lo que tampoco consigue es generar entusiasmo en su
tropa respecto a la figura de Luis Pastori como cabeza de un frente electoral con
serias aspiraciones del alcanzar la Gobernación. No lo ayuda la actitud del mismo
Pastori, que en cada declaración pública ofrenda su candidatura como un tributo al
frente opositor liderado tácitamente por Puerta. Tan pocas ganas de Pastori de ser
candidato llevaron al fugaz ex Presidente interino de la Nación a tantear el nombre
de Ricardo Biazzi como líder de un binomio frentista, como la “gran esperanza
blanca” que atraiga el voto duro del radicalismo, reacio a votar a cualquier
peronista en una boleta.
 
Sin embargo, sea quien fuere el candidato a Gobernador del frente UCR-Puerta, será
el propio Puerta quien lleve la candidatura a senador nacional en octubre.  Pero,
para poder alcanzar la banca de la minoría, necesita de la estructura territorial
del radicalismo, porque el Peronismo Federal no la tiene.
Movilización,  fiscalización e información, vitales en todo comicio, serán
parasitadas por Puerta de sus aliados radicales. Y no es tonto ese enfoque: en el
2009, yendo solo a las elecciones, el radicalismo obtuvo dos bancas, las mismas que
Puerta ganó. De persistir el perfil independiente del radicalismo, podría ser una
severa amenaza a la senaduría ansiada por Puerta, porque podría cómodamente alzarse
con una diputación nacional y la senaduría por la minoría. Una vez que hagan el
acuerdo con Puerta, seguramente resignarán esos cargos a cambio de la candidatura a
Gobernador. Obviamente, el gran ganador será el apostoleño, primero por haber
desarticulado un rival amenazante, como la UCR, y segundo, por haberlo hecho
trabajar a su propio favor.
 
Queda clara la jugada del ex Gobernador de la década del `90. A cambio de cederle la
candidatura a la Gobernación, aunque con un candidato no convencido de serlo, Puerta
usufructuará la estructura territorial radical para alcanzar los votos que le
permitan ser senador por la minoría. Serán los radicales quienes, después de
denostarlo tupido durante la década del `90, saldrán a militar por Puerta senador,
como si fuesen correligionarios de toda la vida. Casualmente, lo mismo que no le
perdonaron a sus ex afiliados, hoy en la Renovación.
 
Las obsesiones en política dan para todo, y a veces para más de lo imaginado. Lo
importante es que los dirigentes conozcan hasta dónde se pueden torcer los límites
sin desatar las furias de arriba, y de abajo, es decir de la militancia que son las
más decisivas para la viabilidad de un proyecto en las urnas.