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10 de agosto de 2013

Las tríadas de Francisco




Las reflexiones del papa impactan en el mundo por su sencillez, cercanía y efecto, pero también por su profundidad teológica y porque en ellas subyace la esencia del “programa” o “protocolo” que pretende para el gobierno pastoral de la Iglesia.
Francisco propone en sus mensajes, cartas y homilías una triada de palabras o pensamientos, a fin de subrayar sus ideas esenciales y que queden en la memoria de los ocasionales receptores.
Jorge Bergoglio no apelaba a este recurso en Buenos Aires. Pero desde el inicio de su pontificado esa estructura triádica, sin “y” como nexo final, aparece en forma repetida en sus catequesis y meditaciones.
El obispo de Formosa, José Vicente Conejero Gallego, aseguró que Francisco estructura sus pensamientos de este modo para “mantener la atención” y con el objetivo de que “se haga más fácil para retener los conceptos y fijarlos en la memoria”.
El papa recurrió por primera vez a este recurso el 24 de marzo en Roma, durante la misa del Domingo de Ramos: “Los jóvenes deben decir al mundo: Es bueno seguir a Jesús, es bueno el mensaje de Jesús, es bueno salir a las periferias de la existencia para llevar a Jesús”.
En la reciente visita apostólica a Río de Janeiro, Brasil, para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), las tríadas fueron casi una constante de los mensajes pontificios.
En su visita al santuario de Aparecida, reclamó a los peregrinos tres sencillas actitudes: “Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría”.
A los obispos del mundo reunidos en la catedral San Sebastián, sugirió tres consideraciones a tener en cuenta: “Llamados por Jesús, llamados para anunciar el Evangelio, llamados para promover la cultura del encuentro”.
En tanto en el Angelus, el papa llamó a imitar los gestos de amor, caridad y servicio concreto de la Virgen María.
Del mismo modo lo hizo al interpelar a los obispos brasileños: “Las urgencias del Brasil son la educación, la salud, la paz social”.
Francisco también utilizó una triada durante la vigilia, en la que explicó el significado de ser discípulo misionero con tres imágenes: “El campo como lugar de siembre, el campo como lugar de entrenamiento, el campo como obra en construcción”.
El pontífice argentino planteó, del mismo modo, tres objetivos a la multitud de jóvenes reunidos en la playa de Copacabana en la misa de cierre de la JMJ: “Vayan, sin miedo, para servir”.
El miércoles, al criticar que haya “tantos” desencuentros entre los argentinos, el papa retomó la fórmula en su mensaje a los devotos en San Cayetano: “Necesitamos edificar, crear, construir una cultura del encuentro”.
Las tríadas no son el único recurso de Francisco.
En menos de cinco meses, el pontífice argentino se transformó en un predicador que llega a propios y extraños con un discurso llano, popular, con toques de lunfardo y porteñismos, además de innumerables neologismos.
Frases como “hagan lío”, “sean callejeros de la fe”, “balconeen la vida”, “pasados de rosca”, ponen una impronta muy argentina a la prédica de Francisco, quien tiene como frase insignia el “recen por mí”.

Por Guillermo Villarreal
DyN