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9 de julio de 2014

San Romero

(olé.com) Chiquito fue brillante en la definición por penales, atajó dos, la Argentina metió cuatro y estamos en la final del Mundial. Después de un trabajado 0-0 contra Holanda, soñamos con la vuelta en Brasil. El domingo nos espera Alemania.

Chiquito sos un grande. Romero es un grande. Abrazate con el Goyco de la era moderna, que nos puso en una final del mundo. Y gritá también con Messi, Garay, Agüero, Maxi, que no pifian ni un penal. Gritalo porque la Selección vuelve a Río. Se va al Maracaná a buscar la gloria de ganar la Copa del Mundo contra Alemania. Y en la casa de Brasil.
¿Importa el partido? Hubo uno que fue mucho más pensado más que jugado. Todo en su lugar en los dos lados para que cuando uno la tiene, el otro espera ordenado con dos líneas de cuatro. Lo mismo cuando ataca el otro. Argentina y Holanda jugaron un partido de ajedrez con pelota en el que se repartieron la tenencia y se cerraron tanto que las llegadas de peligro en el partido se cuentan con los dedos de una mano.
Firme Biglia y Mascherano en el medio, Argentina esperaba y cortaba rápido. Con Enzo Pérez, jugó de mayor a menor, fino e incisivo, con un Lavezzi prometedor (a la larga se quedó en eso) y con un Messi que parecía desequilibrante.
Holanda no se quedó atrás. A la dinámica de Robben y Sneijder, también le agregó la seguridad de Vlaar en el fondo y la versatilidad de De Jong y Kuyt en el medio. Ninguno rompía la línea media con superioridad numérica y el dominio territorial nunca fue de la mano del control del juego.
Argentina hizo un mejor primer tiempo y Holanda cerró mejor el partido. Con una llegada clarísima para cada uno (Higuaín tras un centro de Palacio y Robben cerrado justo por Masche) y la sensación que físicamente la Selección empezaba a dar ventajas. A Messi no le salía una y el suplementario pedía piernas frescas.
Un suplementario en el que Argentina arrancó dormida y terminó armando dos jugadas claras de gol. Una en la que Palacio cabeceó suave cuando podía darle de zurda y otra, tras una buena jugada de Messi por derecha, en la que Maxi Rodríguez no la agarró de lleno. Terminaron los dos cansados, ya esperando a los penales. Van Gaal, a diferencia de Costa Rica, no puso al arquero suplente porque ya no tenía más cambios. Y se encontró con Romero desde el principio de la definición, tapando esos penales clave como el primero.
Chiquito se fue agrandando, gritando cada penal atajado, con garra y corazón. Garay le pegó bárbaro, Agüero cumplió y Maxi le dio fuerte para garantizar la vuelta a una final de un Mundial. Después de un partido inteligente, en el que fue mejor, merecía pasar. Y lo terminó haciendo por San Romero.