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16 de julio de 2014

Sería inminente la liberación de Rubén Bueno por el caso Knack

(territoriodigital.com) Uno de los cuatro detenidos por la masacre de Panambí dijo que el 25 de mayo estuvo todo el día en San Javier y ofreció pruebas y testigos.
Ante la falta de sustento de la acusación, sería inminente la liberación por falta de mérito del suboficial mayor del Ejército Rubén Bueno (52), detenido desde el 27 de junio pasado en el marco de la investigación por el cuádruple homicidio de la familia Knack de Panambí.

Tal como fue publicando El Territorio, hasta el momento no existirían pruebas sólidas para sostener la privación de la libertad del militar que cumplía funciones en el Regimiento de Infantería de Monte IX, con asiento en la localidad de San Javier.

Bueno declaró ante la jueza Alba Kunzmann de Gauchat y se desligó del hecho, desmintió cualquier tipo de relación con los demás acusados, aseguró que el 25 de mayo permaneció todo el día en San Javier y brindó una serie de pruebas y testigos que confirmarían sus dichos. Tampoco habría nada que lo comprometa en el entrecruzamiento de las líneas telefónicas.

Ante la jueza que entiende en la causa, el militar confirmó que en 2006 habilitó un corralón de madera en San Javier y reconoció que le compró materia prima a Oscar Knack (43), como también a otros madereros de la zona, pero desmintió que haya hecho negocios con el ex prefecturiano Pablo Paz (51), el principal sospechoso de la masacre.

Entre las posibles pruebas aportadas a la Justicia por la defensa de Bueno se encuentra un informe de la Municipalidad de San Javier, donde consta que el corralón fue habilitado en 2006 y dado de baja en octubre del 2011. Es decir que hace más de dos años y medio que el militar le compró la última carga a Knack.

La detención de suboficial mayor se dio después de la declaración de Cristian Knack (25) días antes de su deceso en el Hospital Madariaga de Posadas.

En esa ocasión, el muchacho mencionó que su padre luchó con los delincuentes y logró quitarle el pasamontañas a Paz, a quien conocía porque había comprado machimbre en el aserradero de la familia.

Cristian detalló que el ex prefecturiano se movilizaba en un camión vaquero rojo, el mismo vehículo que en algunas oportunidades alquiló Bueno por su cuenta. En tanto, desestimó que haya trabajado en conjunto con Paz o haber oficiado de chofer.

Coartada y conjetura

En el informe presentado a la jueza por el jefe de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II, oficial principal Hugo Omar González, la sospecha en torno a Bueno se basaría en una conjetura posterior a la declaración de Cristian Knack.

En el escrito, que lleva la firma de González, se indica que cuando el muchacho mencionó al “prefecto o ex prefecto se trataría de Rubén Bueno ya que el mismo pertenece a una fuerza de seguridad e iba con un camión 350 rojo” a comprar madera al aserradero del kilómetro 7 de la ruta provincial 5.

Más allá de la coartada del militar, la acusación en su contra se apoyaría en una interpretación del investigador a partir de los dichos del único sobreviviente de la masacre, quien falleció a los pocos días de haber testificado.

En este contexto, fuentes del caso confirmaron que no hay sustento para mantenerlo tras las rejas y su liberación sería inminente.
En su declaración, Bueno señaló que conoce de vista a los demás implicados y es vecino de Paz, pero no mantenían relación de amistad o comercial.

El militar está casado y tiene tres hijos, los dos mayores estudiantes de medicina. Como integrante del Ejército integró las filas de los cascos azules en Chipre, en 1998 y 2012, y en enero del 2015 tenía previsto viajar a Haití, en su último año de servicio.

Con relación al día del hecho, relató que el 25 de mayo asistió al acto en San Javier como chofer del jefe del Regimiento, tal cual su tarea asignada. Luego asistió al cumpleaños de su suegro, donde celebraron con un almuerzo; y a las 17 regresaron con su esposa a su casa en el barrio Elvira. Una vecina vio que llegaron y fue nombrada como testigo.

Durmió la siesta hasta las 19, se bañó y tomó mate. Entre las 19.30 y las 20, según declaró, un compañero de trabajo pasó por su casa para acordar ir juntos si al otro día seguía lloviendo. Alrededor de las 23 su hijo mayor sacó el auto para llevar a su novia hasta la casa.

Bueno no salió hasta las 4.30 del lunes 26, cuando se levantó para trasladar a su hijo hasta la terminal de ómnibus para abordar un colectivo a Corrientes. Volvió y se acostó hasta las 7, cuando se levantó para ir al trabajo.

El militar prestó declaración el jueves y hasta el momento la jueza no citó a los testigos nombrados para que corroboren o desmientan sus dichos.

La pista del Bora

Tal como publicó este diario, el detalle de los mensajes de texto que enviaron y recibieron tres de los cuatro detenidos en los días y horas previas al hecho permitiría cerrar el círculo sobre los responsables de la masacre.

El informe preliminar complicaría la situación del ex prefecto Paz, su vecino Juan Godoy (44) y el chapista Marcial Alegre (45), sindicados como integrantes de la banda de San Javier y acusados del cuádruple homicidio.

A raíz de las pruebas colectadas hasta el momento, la magistrada consideró que existen suficientes argumentos para procesar a los citados por “cuádruple homicidio calificado por ensañamiento y alevosía”, carátula que implica una pena de cadena perpetua para quienes fueran hallados culpables.

En tanto, fuentes de la investigación reconocieron que son escasas las pruebas contra Bueno.

Además del testimonio de Cristian, la acusación está centrada en el ex prefecturiano Paz ya que una de sus huellas fue hallada en la caja de zapatos donde Knack guardaba el dinero.

A Godoy lo compromete el auto, ya que desde un primer momento se dijo que ese día lo vieron por la zona, lo que después fue corroborado por la declaración en el Hospital Madariaga.

Hasta el momento, Paz y Alegre se abstuvieron de declarar, mientras que Godoy negó las acusaciones y afirmó que el 25 de mayo permaneció en San Javier.

Como contrapartida, según el expediente una vecina del kilómetro 15 de Panambí declaró que el día del hecho observó un Volkswagen Bora gris circulando por la zona. Se trata de un vehículo del mismo modelo y color del que posee Godoy.

Incluso, Cristian indicó que los delincuentes que irrumpieron en su casa se movilizaban en un Bora gris.

Por otra parte, en su declaración ante la jueza el empresario Daniel Alberto Oses reconoció que hacía negocios con Knack y que el 25 del mayo le pagó 300 mil pesos en efectivo a Cristian, quien viajó hasta Cuatro Bocas, Corrientes, para realizar la transacción.

Mencionó que tiene relación comercial con la mayoría de los aserraderos de Panambí y que suele adelantar dinero a los madereros que le venden, pero negó cualquier tipo de relación con el macabro hecho que se investiga.