Dominga R. denunció en la Fiscalía de Instrucción Dos de Eldorado al sargento, conocido en San Antonio como Jorge “El Negro” D., por raptar y violar a su hija en dos ocasiones.
El primer incidente que fue denunciado en la Policía de San Antonio se produjo el 23 de mayo, cuando la menor salió con las hijas de una familia vecina, no regresó y fue encontrada tres días después en una vivienda de madera del barrio Cerámica de la misma localidad. La víctima le relató a su madre que un joven, Luis B., la había invitado a ella y a sus amigas a subir a su automóvil e ir al boliche del pueblo y que posteriormente la obligó a ella sola a ir hasta la vivienda donde la hizo fumar, beber cerveza y luego perdió el conocimiento, sin recordar nada del lugar donde permaneció tres días.
Como la niña estaba descompuesta y vomitaba, la llevaron hasta el hospital zonal donde se confirmó que no estaba embarazada, por lo que sus padres decidieron no denunciar el hecho.
El 4 de junio Dominga R. presentó ante la Justicia su denuncia, pero el sufrimiento para ella y su familia no cesó, ya que el 12 de junio decidió ir nuevamente hasta la Fiscalía de Eldorado a denunciar que el policía, “Negro D.”, quien se presumía suspendido de la Fuerza, el sábado 9 de junio pasó en reiteradas ocasiones frente a su domicilio con actitud amenazante, incluso hasta llegó a apuntar hacia su hogar con un revólver. Fue entonces cuando su hija se quebró por el miedo y le relató que el 25 de mayo quien la secuestró y abusó fue el agente de Policía, que la amenazó con matarla si comentaba su padecimiento.
Los días siguientes para Dominga y su familia fueron de intenso acoso y temor. El sábado 16 de junio por la tarde y en el camino viejo de la ruta 101, su hija fue nuevamente seguida por un auto, presumiblemente manejado por el “Negro D.”. La chica corrió desesperada por una zona de poco tránsito peatonal hasta que divisó a un joven a quien le pidió socorro, pero nada pudo hacer cuando el automóvil los acorraló y de su interior bajó armado el supuesto policía, quien les apuntó a los dos, pero obligó a subir sólo a la menor, para escaparse sin rumbo conocido.
Dos días después, el mismo joven caminaba hacia sus tareas agrícolas cuando vio a la misma niña corriendo y escapándose de su victimario. Intentó saber quien era la menor, dónde estaban sus padres y quién era el que la perseguía. Ninguna de las respuesta pudo recibir ya que un patrullero los interceptó y llevó a la comisaría local, dDonde por la tarde Dominga pudo recuperar a su hija, ya que a la mañana viajó desesperada a Eldorado para denunciar el segundo secuestro.
El 21 de junio amplió la presentación judicial y se le realizó a la niña una revisación a cargo de la médica forense Alicia H. Vázquez de la Tercera Circunscripción Judicial. Según Dominga, en ese estudio se corroboró la violación de su hija.
El mismo día y en la misma Fiscalía, Marcelo B. de 19 años se presentó y contó que vio el sábado 16 a la niña intentando huir de un “auto clarito, gris”, pero que no la pudo socorrer porque un sujeto armado descendió del rodado y lo amenazó, llevándose a la menor.
Dos días después volvió a cruzarse con la víctima quien le dijo que se escapó del “Negro D.”, y que intentó llevarla hasta el juzgado de Paz pero un patrullero los interceptó y dos policías los llevaron detenidos.
Denunció además que lo amenazaron para que consiguiera un arma de fuego si quería recuperar su libertad. Luego lo dejaron ir pero con el plazo hasta el fin de semana siguiente para conseguir la pistola o revólver. De lo contrario iba a ser acusado de la violación de la hija de Dominga R.
En su exposición judicial Marcelo B. dejó sentado: “Le tengo miedo al “Negro D.” por lo que le pasó a esa chica, pero más miedo tengo ahora porque lo denuncié”.
Temor en San Antonio
El Territorio tuvo acceso exclusivo a las denuncias, pero también a videos con entrevistas a los padres de la víctima, además de imágenes de la supuesta vivienda donde la menor habría sido abusada y mantenida cautiva. También se pudieron obtener grabaciones de días posteriores a conocido el hecho, donde desconocidos desarmaron por completo la casilla de madera, borrándose de esa manera cualquier rastro del crimen.
Este hecho conmueve a San Antonio y la zona Norte de Misiones, donde las familias no se animan a brindar datos que faciliten la investigación.
Sólo la madre de la menor se atrevió, aunque confesó que siente “mucho temor y miedo, tenemos dos hijas y este sujeto puede hacer lo que quiere”.
