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10 de julio de 2012

El ejército brasileño abandona favela emblema

(territoriodigital.com)El Complexo do Alemão era el principal centro de operaciones del Comando Vermelho, la mayor organización criminal de Río de Janeiro. Los militares cedieron el control a la policía.

Los soldados que garantizaban la seguridad en estas barriadas pobres en la zona norte de la ciudad más emblemática de Brasil comenzaron a retirarse en marzo pasado. Los últimos que quedaban abandonaron este lunes el complejo, de 40.000 habitantes, junto con los blindados que mantenían en las favelas.
 
Los militares se retiraron gradualmente en la medida en que el gobierno regional de Río de Janeiro fue abriendo nuevos puestos policiales permanentes en favelas que durante muchos años fueron dominadas por pistoleros.
 
La salida definitiva de las tropas fue celebrada en una ceremonia en la que fueron inaugurados dos nuevos puestos policiales y a la que acudieron el ministro de Defensa, Celso Amorim, y el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral. En total, más de 2.000 agentes custodiarán, a partir de ahora, el lugar.
 
El Complexo do Alemao y la vecina favela de Vila Cruzeiro, también en el barrio de Penha, eran utilizados como fortines por el Comando Vermelho. Las fuerzas de seguridad tomaron el lugar el 28 de noviembre de 2010 con la ayuda de tanques y carros blindados, en una acción que no dejó ni muertos ni heridos porque los criminales huyeron antes de la operación.
 
UPP, polémicas pero efectivas
 
La instalación de las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP) forma parte de una política iniciada por el gobierno regional de Río de Janeiro en 2008 para expulsar a las bandas de narcotraficantes de las favelas de la ciudad antes de los Juegos Olímpicos que la ciudad organizará en 2016.
 
La gobernación de Río de Janeiro solicitó extraordinariamente la permanencia de los militares en las barriadas ocupadas en el Complexo do Alemao mientras reclutaba y entrenaba a los agentes de policía que pasaron a patrullar esas barriadas.
 
Aunque queda mucho trabajo por hacer -se ha logrado pacificar apenas poco más de 50 de las 1.000 favelas que hay en Brasil-, los resultados que ha mostrado esta metodología son exitosos. Las barriadas parecen haber recuperado la seguridad y sus habitantes notan el cambio también en la actividad económica.
 
Sin embargo, las UPP son objeto de controversia. Muchos denuncian que no persiguen a los criminales, sino que existe una connivencia con ellos. "No nos obsesionamos por perseguir a los bandidos, no luchamos contra el narcotráfico; ganamos territorio y le llevamos una mejor vida a la gente", explicó el coronel Rogério Seabra Martins, jefe de las UPP en Río, al diario colombiano El Tiempo.