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11 de noviembre de 2013

Se escapó del horror gracias a un botellazo a sus secuestradores


Fátima, la misionera de 18 años, relató cómo logró huir tras ser secuestrada y violada en Buenos Aires cuando salió a conocer Palermo.
“No recuerdo bien cómo llegué a ese galpón, pero sí recuerdo la cara de los tipos y todo lo que pasó ahí adentro”. Esta fue una de las frases de Fátima, la misionera de 18 años que fue golpeada y abusada sexualmente, luego de permanecer secuestrada dos días en Buenos Aires. 
La joven montecarlence se recupera en compañía de su padre del mal momento que vivió, y mañana por la mañana deberá presentarse ante la Fiscalía de Instrucción II de Capital Federal para narrar lo que vivió. Su declaración es clave para identificar a los secuestradores. 
En un breve diálogo telefónico con El Territorio, Fátima contó que a medida que van pasando las horas intenta sobrepasar el horrible momento que debió atravesar. Si bien no recuerda la ubicación del lugar donde estuvo cautiva, dejó en claro que el rostro de los malvivientes seguirá por mucho tiempo presente en sus retinas. 
Recordó que uno de los delincuentes tenía el pelo largo y tendría cerca de 47 años de edad, mientras que el otro involucrado al que alcanzó a describir con mayor precisión, era más joven; de unos 26 años más o menos. 
Durante los días que estuvo encerrada, los desconocidos casi no la alimentaron y por ello al momento de ser encontrada por la Policía estaba muy débil, sumado también a los golpes y a los abusos que recibió por parte de sus captores. 
A su vez, Fátima remarcó que lo único que piensa en este momento es en regresar a Misiones, junto a su familia y así reencontrarse con su madre y sus seis hermanos menores.
Por otro lado, el padre de Fátima, Elisio también habló con este medio y agradeció a Dios poder tener nuevamente con él a su hija, luego de varios días de sufrimiento. 
Contó que Fátima de a poco va recuperando fuerzas gracias a las vacunas y a los medicamentos que se les fueron suministrados. 
“La verdad que me siento muy emocionado por estar otra vez con ella y agradezco a toda las personas que me dieron su apoyo en este mal momento”, sostuvo con un tono aliviado el hombre,  quien no ve la hora de dejar la capital del país para regresar a su tierra natal; Montecarlo. 

El secuestro
Fátima hace más de tres meses que vivía en Buenos Aires, más precisamente en el barrio porteño de Palermo, donde se desempeñaba como empleada doméstica en la casa de un odontólogo. 
Por las vacaciones de sus patrones, el lunes la joven quedó a cargo del cuidado de la madre de su patrona, en el barrio de Villa del Parque. 
El martes cerca de las 16, Fátima le pidió a la anciana permiso para salir a caminar un rato ya que no conocía bien la zona.
A pocas cuadras de la vivienda fue interceptada por una camioneta. Del rodado descendieron dos hombres, quienes la durmieron y la trasladaron hasta un galpón donde la mantuvieron encerrada por dos días. 
En aquel lugar, los secuestradores la golpearon en el rostro y distintas partes del cuerpo e incluso abusaron sexualmente de ella en reiteradas oportunidades. 
Ni bien se enteró de la situación, el padre de la misionera viajó a Buenos Aires y realizó la denuncia en la comisaría 41 del barrio porteño de La Paternal, dependencia que comenzó a investigar el caso. 
Durante el tiempo que estuvo secuestrada, los malvivientes bajo amenazas con un arma de fuego llevaron a la muchacha hasta la estación de ómnibus de Retiro. 
Allí aparentemente habrían comprado un pasaje, que tenía como destino algún punto del país. 
Pero cuando se retiraban del lugar, Fátima recibió un llamado en su teléfono celular de un efectivo de la Policía federal que intentaba rastrear satelitalmente su ubicación. Al advertir esto, uno de los delincuentes destruyó el celular y posteriormente se comunicaron con la madre de la joven para exigirle dinero en efectivo. 
Finalmente el viernes por la madrugada, aprovechando el descuido de uno de sus secuestradores, Fátima logró deshacerse de sus ataduras y tomando una botella de vidrio golpeó al hombre en la cabeza y escapó corriendo. 
Luego de caminar varias cuadras, al llegar a una esquina se desmayó y a los pocos minutos fue encontrada por un móvil policial en inmediaciones a la estaciones de trenes de Constitución.