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6 de junio de 2014

Juzgaran al exconvicto que raptó una nena de seis años

(territoriodigital.com) En octubre de 2013, la mantuvo cautiva 10 horas. Se escondió en un monte pero fue capturado. En 2004 fue condenado por violar y matar a otra nena.
Este miércoles será juzgado el exconvicto Silvio Ramón Vargas (57), quien en octubre pasado mantuvo en vilo a la Policía obereña luego de raptar a una nena de seis años y retenerla por la fuerza en un monte, durante diez horas.

Será enjuiciado por el Tribunal Penal Uno de Oberá, integrado por los camaristas Francisco Aguirre, Lilia Avendaño y José Pablo Rivero. Está procesado por el delito de sustracción de menor y en caso de ser hallado culpable, recibirá una pena de entre 5 y 15 años de cárcel.

En este caso, que rápidamente cobró trascendencia nacional, la reacción de la familia de la víctima y los datos que aportaron los compañeros del criminal, fueron claves para que el desenlace no fuese trágico y la criatura regrese con su familia.

Vargas salía de cumplir su última condena por violar y matar a otra nena al año de haber recuperado la libertad (2004). Antes de eso -1998- lo condenaron por sustracción de menores y en esa ocasión lo consideraron reincidente, ya que tenía causas abiertas por tres casos similares.

La semana que viene volverá a sentarse en el banquillo de los acusados, a menos que se acoja a un juicio abreviado. Sea como fuera, todo indica que nuevamente lo espera una larga estadía en la unidad carcelaria de Oberá.


Peligroso reincidente

Vargas es considerado un delincuente peligroso y sobre el cual pesa un frondoso prontuario. Estuvo preso más de veinte años por homicidio, robo calificado y en agosto había recuperado la libertad tras cumplir una condena por violación y asesinato de una menor.
Purgó su condena en la provincia y apenas recuperó la libertad se radicó en la casa de su hermana en Oberá, donde estuvo pocas horas porque fue echado por la mujer tras descubrir que intentó violar a su sobrina de 13 años.
 Sin tener adonde ir se refugió en una precaria casa de madera en el corazón del barrio Gunther, que era habitada por un grupo de linyeras. Pocos días después, el domingo 13, cometió el hecho que lo llevó nuevamente a prisión.

Gran parte de esa jornada se la pasó ingiriendo bebidas alcohólicas con sus compañeros de vivienda y en estado de ebriedad, en la noche capturó a una nena de seis años que jugaba con unos amiguitos cerca de donde se desarrollaba la ronda de tragos.
 La familia de la criatura notó su ausencia casi de inmediato y comenzaron a buscarla. Los obligados contactos con tíos y abuelos no arrojaron buenos resultados y entonces se dirigieron a la casa de los vecinos, pero tampoco aparecía.
 Mientras, una tía se comunicaba con el Comando Radioeléctrico y comenzó un rastrillaje al que se sumaron espontáneamente los vecinos, el criminal había caminado cinco cuadras con la chiquita de la mano y luego se internó en un extenso terreno cubierto de vegetación cerrada.
Cuando notó que lo buscaban, se subió a la nena a los hombros para caminar más rápido y -se supo después- le tapaba la boca con la mano o le pegaba con una varilla cada vez que quería responder a los llamados a gritos que le hacían quienes trataban de encontrarla.
Esa noche fue muy larga para los policías que rastrillaban la zona y para la familia de la menor, que también colaboró en la búsqueda. Se temió lo peor a juzgar por los antecedentes delictivos del peligroso criminal.
 Recién a las 5.30 del lunes el criminal fue reducido y los policías rescataron sana y salva a la nena, quien entre llantos se reencontró con su mamá, Sonia Aguirre. Vargas se mantuvo despierto toda la noche esperando el momento de escapar, pero el efecto del alcohol y el cansancio lo vencieron y se durmió al lado de la chiquita. Así lo halló la Policía.